

Por: ROMINA
La primera cuestión que plantea es que el desembolso que recibe el FMI se asegura que lo cobren los bancos privados que adquirieron bonos. Este sistema bimonetario en Argentina hace que el país reciba préstamos, pero con esos mismos fondos se financia la fuga de capitales, ya que grupos locales y extranjeros retiran dinero al exterior, principalmente hacia bancos en Estados Unidos.
Después del rescate de 20 mil millones de dólares por parte del FMI, Asiain introduce tres conceptos fundamentales: el primero es que el desembolso al FMI es "gratis"; el segundo, que se trata de un préstamo de carácter "geopolítico"; y el tercero, que no formaba parte del plan original.
Asiain explica que el peso del FMI como acreedor ha ido en aumento y el endeudamiento asume un carácter más geopolítico, señalando que de esta forma, el organismo ofrece financiamiento y asegura que el dinero se deposite en sus bancos, mientras deja a Argentina en una situación de endeudamiento. Esto se da en un contexto donde muchos gobiernos en Latinoamérica no son aliados de Estados Unidos, en medio de conflictos con China, y sugiere que la deuda se utiliza como herramienta de dominación.
Agrega que la dependencia es total, ya que el régimen económico ahora depende de los financiamientos de EE. UU. y el esquema económico se ha agotado. Argentina no podía sostener su economía con recursos propios, el dólar se devaluaba y requería ajustes. Fue entonces que el FMI intervino con el dinero, y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, comunicó que si se necesitara más, se proporcionaría más apoyo para respaldar a Milei y a Argentina, ya que son aliados en la región. Este mensaje, según él, está dirigido a los mercados.
Sin embargo, surge la pregunta de si este "sostener" implica que se logrará reducir la inflación. Para Asiain, la respuesta es incierta, ya que las cosas no están funcionando como se esperaba. Observa que el plan económico inicial se ha agotado y que la expectativa era que la inflación descendiera al 0% con un ancla cambiaria firme, lo que permitiría abrir el cepo y generar inversiones debido a la estabilidad de los precios. Pero, según detalla, ese programa se ha quedado a mitad de camino.
Reflexiona que parece haber una renuncia a continuar con la reducción de la inflación. Este esquema cambiario es inestable, destacando la dificultad de revertir los precios. Con un 40% de variación del dólar, el riesgo es evidente: si el dólar sube un 10% y luego baja un 10%, es sencillo aumentar precios, pero complicado bajarlos.
Si bien un sector medio-alto puede beneficiarse del dólar bajo, las personas en condiciones más vulnerables, como estatales, jubilados e informales, seguirán sufriendo ajustes. Considera que el éxito total sería lograr que los argentinos dejen de pensar tanto en dólares y que los precios no estén tan correlacionados con su valor. Pero, para él, eso no es realista.
Finalmente, se plantea si con el plan reformulado podrán alcanzar cierta estabilidad antes de las elecciones. Asiain opina que quizás sí, pero no ve sostenibilidad, ni a corto ni mediano plazo, ya que el dólar está muy barato y las cuentas externas no cuadran. Cuestiona la figura de Caputo, quien durante la gestión de Macri supuestamente utilizó los fondos del FMI para mantener el dólar, y plantea por qué sería diferente ahora, resaltando que las mismas personas y el mismo FMI están en juego, por lo que probablemente repitan el mismo patrón.