Por: ROMINA

El 8 de mayo de 2025, luego de dos días de cónclave y de cuatro rondas de votación, se vivió un momento histórico en la Capilla Sixtina con la elección de un nuevo papa. Robert Prevost, un cardenal estadounidense, optó por el nombre de León XIV, reviviendo una tradición que no se había visto en más de 121 años. Este nombre remite a León XIII, una figura fundamental de la historia papal.

León XIII, cuyo nombre real era Vincenzo Gioacchino Pecci, lideró la Iglesia desde 1878 hasta 1903 y es recordado por fomentar el diálogo con el mundo contemporáneo. En una época de rápidos avances industriales y cambios sociales que a menudo dejaron a la religión en un segundo plano, se propuso actualizar el pensamiento católico.

Su encíclica Rerum Novarum, emitida en 1891, es vista como el fundamento de la doctrina social de la Iglesia; en ella defendió los derechos de los trabajadores a tener condiciones dignas, organizarse en sindicatos y recibir una remuneración justa, convirtiéndose así en una voz moral en tiempos de tensiones sociales provocadas por el capitalismo emergente.

León XIII también impulsó el estudio de las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino, promovió la combinación de la razón con la fe y abrió los archivos del Vaticano a la investigación. Falleció a los 93 años y es recordado como un papa reformista, perspicaz y estratégico.

La elección del nombre León XIV no es casual. En un momento en que el mundo enfrenta crecientes desigualdades, conflictos y desafíos globales, el nuevo papa podría estar enviando un mensaje claro: al igual que su predecesor del siglo XIX, buscará una Iglesia comprometida con los más necesitados y abierta al diálogo con las realidades actuales. ¿Se convertirá León XIV en un nuevo puente entre la tradición y la innovación? Su elección de nombre ya sugiere una indicación.